Ya no sufro ni padezco.
Ahora que pasé la edad del pavo,
ahora que me obligan a ser mayor,
ahora que ya no pienso con el rabo
y me centro más en eso del amor.
Ahora que en mis noches ya no acabo
maquetando inventarios de dolor,*
ahora que los vicios del lavabo
vienen con el prospecto del doctor.
Ahora que ya no sufro ni padezco,
ahora que solamente obedezco
a las salvajes leyes del pecado.
Ahora que los únicos asuntos
importantes son en los que juntos
nos vengamos del presente y el pasado.
Aitor Cuervo Taboada
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