Inmortales.

Somos jóvenes, y fuertes, capaces de todo y sin miedo. Somos despiadados y crueles, a la vez que las peronas más dulces y cariñosas. Somos nosotros mismos, egoístas por naturaleza, con necesidad de atención, prepotentes y orgullosos. Somos personas, y temenos el don de cambiar nuestros sentiemientos a nuestro parecer, de sólo pensar en nosotros mismos, de necesitar a otras personas para poder sobrevivir. ¿Sobrevivir? No se trata de eso. Se trata de vivir nuestra vida sin pensar en el mañana, sin soñar el futuro. Se trata de recordar el ayer para no cometer hoy los mismos fallos, los mismos tropiezos. Se trata de saber, y creer, de descubrir que somos inmortales.